ANADig: Entrevista a Juan Manuel Abal Medina, Miradas al Sur

domingo, 15 de agosto de 2010

Entrevista a Juan Manuel Abal Medina, Miradas al Sur

“La diferencia entre la derecha del resto de Latinoamérica y la local es abismal”. Testigo de la mediación en el conflicto entre Venezuela y Colombia, destaca que en las fuerzas conservadoras de la región hay una conciencia de la integración que es imposible hallar en el país

Jueves siete de la tarde en Buenos Aires. La noche comienza a ganarle al día en la Plaza de Mayo. Oficinistas presurosos la transitan, huyendo del frío y quizás de otra jornada tediosa. Juan Manuel Abal Medina, secretario de la Gestión Pública, puede observarlos desde su ventanal en la Casa Rosada. Hace menos de veinticuatro horas que llegó al país proveniente de la ciudad colombiana de Santa Marta, donde los presidentes de Venezuela y Colombia, Hugo Chávez y Juan Manuel Santos, acaban de restablecer las relaciones diplomáticas, tras solicitar la mediación del secretario general de Unasur, Néstor Kirchner. Exultante, gira el monitor de la pantalla de su computadora para compartir un comunicado recién enviado por la embajada de Brasil, en el que el canciller Celso Amorin destaca “el valor de la Unasur, en particular de su secretario general, Néstor Kirchner”. Abal Medina afirma que “Itamaraty no se caracteriza por ser generosa con los elogios” y no oculta su satisfacción tras haber participado junto al ex presidente argentino de las negociaciones entre los dos países caribeños.

–¿El hermetismo con que se manejó inicialmente la negociación, que incluso fue aprovechado por algunos medios para hablar de inacción, fue parte de la estrategia diseñada?
–La gran estupidez de algunos supuestos analistas internacionales fue no entender los códigos mínimos de la diplomacia internacional. Cuando se arma una gestión de acercamiento entre partes, lo último que hay que hacer es buscar protagonismo porque ese rol es de los presidentes de los países. Lo que hizo Kirchner con una gran habilidad fue ir acercando posiciones que eran totalmente antagónicas y en un contexto muy difícil. Para eso, era fundamental hacerlo con enorme seriedad y sobriedad. Ante las reservas que la situación demandaba, diarios como Clarín y La Nación quisieron jactarse de que la mediación fracasaba, cuando estaba en juego una situación que, según ellos mismos decían, era una posible guerra en el continente. Pocas veces se ha visto una cosa tan vergonzosa como fue esa cobertura.
–¿Hubo recelos de parte del gabinete de Santos por lo que podía hacer Kirchner, teniendo en cuenta las diferencias ideológicas que puede haber entre ambos?
–No, para nada. Hay que tener en cuenta que fue su canciller, María Ángela Holguín, la que solicitó su mediación, como secretario general de Unasur. Y si había alguna desconfianza, quedó totalmente disipada con la primera reunión que Kirchner mantuvo en Buenos Aires con Santos, antes de que asumiera. Allí hubo una especie de click. Se dio cuenta que podía confiar en Kirchner y su gobierno lo manifestó a partir de ahí, en todo momento.
–Con la asunción de Santos se generó una cierta euforia con respecto a la posibilidad de que Colombia y Venezuela puedan superar sus diferencias. ¿Lo ve factible, teniendo en cuenta que viene nada menos de ser el ministro de Defensa de Alvaro Uribe?
–Me da la impresión que Santos es la expresión de una derecha que es cada vez más notoria en América Latina que se da cuenta de la necesidad de priorizar los intereses continentales por sobre los posicionamientos ideológicos. Se vio claro en lo que vivimos con Venezuela y Colombia pero también lo palpamos en el encuentro que mantuvimos en Chile con Sebastián Piñera. Son fuerzas que tienen una concepción muy distinta a la que estamos acostumbrados en nuestro país. Uno piensa en Eduardo Duhalde, Francisco De Narváez, Julio Cobos y Mauricio Macri, y los compara con dirigentes de otros países latinoamericanos y la diferencia es abismal. Tienen un sesgo ideológico fuerte pero con una base lógica. Por ejemplo, ante el conflicto con Venezuela, Santos no fue corriendo a pedir ayuda a los Estados Unidos sino que se apoyó en Sudamérica. Piñera acaba de frenar los intentos de tirar el manto de olvido con respecto a lo sucedido durante el pinochetismo. Por algo esas derechas ganan elecciones democráticamente. No están recurriendo como en la Argentina a los militares en el pasado, o a Clarín en el presente.
–¿Hubo alguna injerencia de los Estados Unidos en todo el proceso de negociación?
–Hasta donde sabemos, no hubo explícitamente ninguna intervención. Las declaraciones de la canciller Hillary Clinton son una muestra importante, reivindicando el rol de Unasur. No podemos saber qué otras áreas del gobierno norteamericano pueden haber jugado algún papel, pero hacia la mediación no hubo ningún contacto.
–¿Qué objetivos se plantea Kirchner a través de Unasur?
–Su intención es que la integración regional se materialice en hechos concretos. América del Sur es una de las regiones menos conectadas del mundo, producto de que nos miramos mal durante mucho tiempo. La tarea de Kirchner es ir mostrando que se quiere construir, despejando fantasmas, sacando mitos. Hay una agenda de integración de temas concretos que tiene que ver con los puentes, los túneles, las rutas, la energía, los alimentos, la biodiversidad... El compromiso de todos es ir construyendo cultural y socialmente la integración.
–En algún momento se habló de que entre los objetivos de Kirchner está el de hacer efectiva la creación del Banco del Sur. ¿Lo ve factible?
–Se estuvo hablando en la comisión específica que trata eso a nivel ministerial. Son definiciones de cada país y no de uno en particular. Armar un banco común que favorezca al desarrollo regional es fundamental para cumplir los objetivos que acabo de mencionar.
–Secretario general de Unasur, diputado nacional, presidente del Partido Justicilista, ¿puede Kirchner cumplir con todo?
–Hay lugar para todo porque en realidad todo es parte de lo mismo. Lo que hace Kirchner es llevar adelante la construcción del proyecto de cambio y transformación de la Argentina en los distintos escenarios que le tocan. Ya sea construyendo una fuerza política a nivel nacional o llevando adelante en la región aquello que tiene que ver con los sueños bolivarianos y sanmartinianos de unidad. Es parte del mismo proceso político que uno lo aplica en distintos ámbitos.

EL ESCENARIO ELECTORAL PARA EL 2011
Además de acompañar a Néstor Kirchner en sus funciones diplomáticas, Juan Manuel Abal Medina tiene una presencia relevante en la construcción política que el ex presidente viene llevando adelante con la mira puesta en las elecciones de 2011. Además, fue una de las espadas del Gobierno a la hora de impulsar la reforma política que habilitó la realización de internas abiertas a las que se someterán todos los partidos políticos. Desde ese doble rol, resulta interesante su visión acerca del actual escenario político-electoral.
–Casi todos los dirigentes del peronismo federal han manifestado que no irán a internas abiertas con Kirchner porque sostienen que no están dadas las garantías.
–Si son consecuentes con esa postura, tampoco se tendrían que presentar a la elección nacional, ya que las garantías son exactamente las mismas. Es una elección nacional, con Cámara Nacional Electoral, Justicia Electoral. Si creen que no están dadas las garantías, que lo denuncien porque todas las elecciones en las que se presentaron fueron así. Y si son consecuentes, no se presenten a la nacional. La verdad que esa postura es poco sustentable.
–Pero si finalmente el candidato del oficialismo no tiene oponente en la interna abierta, ¿no pierde legitimidad su postulación?
–No, para nada. Hay ejemplos muy obvios. En Santa Fe, el socialismo llevó como único candidato a Hermes Binner y terminó ganando la elección general. En Uruguay, Tabaré Vázquez se presentó como único candidato de la interna del Frente Grande y después ganó la nacional como presidente. Además, si las reglas están claras y uno no se presenta, está reconociendo la superioridad del otro.
–La imagen del Gobierno fue mejorando a medida que se produjo una recuperación económica tras la salida de la crisis mundial. ¿Piensa que el factor económico terminará siendo clave para el triunfo de 2011?
–Lo económico juega porque de alguna manera la tarea de la política es que la gente viva mejor y eso se da en lo económico, en lo cultural, en todo. Como hicimos las cosas bien en el momento más difícil, hoy la economía anda bien pero no por obra y gracia del Espíritu Santo, sino porque justamente tomamos decisiones políticas y económicas correctas. Eso permite hoy que la gente esté viviendo mejor.
–Si bien es indudable la recuperación económica. ¿No cree que la actual inflación puede ser un factor muy sensible en términos electorales?
–Cuando se busca apuntalar el crecimiento y la distribución del ingreso, es lógico que haya un poco de movimiento de precios. Es parte de la lógica. Pero para bajar la inflación de manera drástica hay que enfriar la economía. Eso quiere decir que los precios bajan fundamentalmente porque disminuye la capacidad de compra de la gente. Y no nos parece que ese sea el camino correcto. Además, a lo largo de estos años, hemos mantenido el superávit comercial primario y el Estado no está en déficit. Por lo tanto no hay condiciones para que se dé un proceso inflacionario como hemos sufrido en distintos momentos de nuestra historia reciente.

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