ANADig: La visión sobre lo que fue mi primer 17 de Octubre como militante peronista, escribe Augusto Niedfeld

lunes, 18 de octubre de 2010

La visión sobre lo que fue mi primer 17 de Octubre como militante peronista, escribe Augusto Niedfeld

Este año fue histórico, en todo sentido.
No quisiera extenderme mucho en mi escrito relatando los acontecimientos que marcaron a fuego el 2010, pero sí resulta inevitable expresar mi visión sobre lo que fue mi primer 17 de Octubre como militante peronista.
Me veo sentado en el teatro, esperando por una obra que seguro me resultaría agradable, por lo que los demás hablaban y contaban de ella.
Al llegar a la puerta, unos minutos antes, vi en la cartelera una foto que para muchos significa la esperanza personificada.
La foto de una muchacha nacida en los barrios bajos, una muchacha cuyos ojos y su sonrisa resplandecían y motivaban a cualquiera que la mirase.
Era domingo, 17 de Octubre, día de la madre y día de la lealtad peronista.
Y lo que se vio fue algo que excedió a cualquier tipo de festejo que se hubiese podido realizar.
Eva, el gran musical argentino.
La vida escenificada sobre un escenario. La vida de una luchadora
La emotividad y el entusiasmo con el que se llevó a cabo esta obra fueron magníficos.
La actuación, la escenografía, la voluntad de una asociación civil, de Quijotada, que nos llenó los ojos, que nos llenó el alma.
Cada etapa de su vida, resumida en una escena, despertaba pasiones, despertaba una increíble fuerza en cada uno de nosotros, hacía nacer un aplauso que motivaba a los actores, que, como dijeron al principio, se alimentan de miradas, de aplausos…
Y uno de los más conmovedores momentos fue la representación del 17 de Octubre.
Porque recordar el 17 de Octubre es recordar la lealtad, en el sentido más profundo de la palabra.
Recordar el 17 de Octubre es recordar el inicio de un movimiento que luchó y aún lucha por hacer resurgir a una clase social que siempre fue marginal, que siempre fue apartada, que siempre fue aniquilada al paso de una Oligarquía que hoy en día nos resulta hostil.
Entonces, ver tan implacable representación de aquel día histórico, resulta, quizás, gratificante.
Cada uno de nosotros, con los ojos brillosos, con nuestra mirada perdida parecíamos viajar a través del tiempo para llegar a la Plaza de Mayo y meternos entre la multitud de trabajadores que hacían alzar su voz al grito de ¡Queremos a Perón!
Y el ¡Perón, Perón que grande sos! parecía querer salir desde lo más profundo de nuestros corazones y unirse en una sola voz, estaba casi allí, materializándose, pero solo se escucho a alguien, emocionado, que gritó casi instintivamente ¡Viva Perón!
Fue una noche por demás increíble. Fue una noche inolvidable. Una obra magnífica, una actuación magnífica, una voluntad y un esfuerzo por parte de Quijotada que hizo caer lágrimas al más serio.
Sobre todo porque la mayoría de los que estábamos ahí recordamos, cuando veíamos a Evita, a la mujer junto a la que hoy trabajamos. Ese empeño, esa voluntad, ese brazo inquebrantable que sirven hoy de ejemplo (y seguirán sirviendo mañana) a miles de jóvenes que esperanzados, nos insertamos en la política.
Ya lo dijo un compañero anoche: cualquier semejanza de Eva con nuestra presidenta es pura coincidencia.
Discúlpenme algunos si peco por ignorante o por no poder distinguir entre una y otra.
Sé que eran otras las luchas, que eran otros los tiempos, pero es que, sinceramente, me emociono cada vez que escucho a mi presidenta hablar. Me emociono porque siento que ella sigue los pasos de aquella mujer. Me emociono porque estoy esperanzado de que así sea.
Para terminar, sólo decirles que pienso que, si la vida misma tuviera que resumirse en una obra de arte, entonces esa sería Eva.
Felicitaciones Quijotada.
Y un renovado Feliz día para todos los compañeros que hoy trabajan por un país mejor, también para aquellos que ya no están: sólo queremos decirles que seguiremos a su lado, luchando.

Augusto Niedfeld,  joven militante peronista

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