ANADig: Hablemos de Política, por Carlos Oliva.

miércoles, 7 de julio de 2010

Hablemos de Política, por Carlos Oliva.

Uno de los mayores logros del proceso político iniciado en el 2003, a partir de la presidencia de Nestor Kirchner que se continúa en la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, es que la nación en su conjunto vuelve a hablar de política con mayúscula. En un movimiento lento pero perseverante.
Hablar de política no es hablar simplemente de disputar el poder, error en que incurren frecuentemente los utilizados en los aparatos políticos, donde desde hace décadas el debate político, si lo hay, reduce a los partícipes a la mera función de oyentes o espectadores. Ni siquiera hablar de política trata de las obras públicas que vamos a hacer o que hemos hecho, mucho menos de repartir gratuidades, como muchos creen. Si no que la política trata prioritariamente de los derechos que a todos nos asisten: En primer lugar como personas humanas revestidas de igual dignidad, desde la concepción hasta la trascendencia; en segundo lugar como ciudadanos de una misma comunidad y ciudadanos de una República y, por supuesto, trata de cómo hemos de lograr tal propósito de igualdad y prosperidad.
Hemos avanzado en este sentido, con un mayor nivel de población incluida, con la asignación universal por hijo, con una precaria inclusión en el régimen jubilatorio de los mayores adultos sin cobertura, pero aún estamos muy lejos de la justicia social, que para que ella sea tal, requiere el derecho de todos a producir por lo menos lo que consume y los servicios de que goza; En la coyuntura la cobertura laboral de la franja que va de los 50 a los 60 o 65 años; y una remuneración jubilatoria para todos que pueda ser considerada un beneficio y que no deviene de aportes jubilatorios sino de su derecho a la participación en la riqueza del país y de la provincia, de la que es co-propietario por nacimiento. Y la planificación para la generación de trabajo digno para todos en edad de participación en la producción o en los servicios que no dependa exclusivamente del mercado.
Cuando nos introducimos en la lucha agonal, la lucha por el poder, no importa tanto el ser candidato, sino para qué se es candidato y los principios testimoniados por los eventuales candidatos y los funcionarios de gobierno. Los valores y la idoneidad que ostentan esas personas -es decir la estrecha relación entre el discurso y lo que se hace y lo que se hizo- entre el conocimiento, la idoneidad y el servicio que se presta. Esto vale incluso para la toma del poder.
La ciencia política que domina al mundo está fundada en Maquiavelo, una descripción respecto al comportamiento de los príncipes y una respuesta afectada por la ignorancia de los pueblos. Pero está probado que lo que se preserva en beneficio de los pueblos por lo que la humanidad progresa es el principio de gratuidad y de compromiso, el don de la gratuidad en los testimonios de los hombres. Sin el don de la gratuidad no podría haber matrimonio, la familia no existiría, la escuela para todos tampoco, la salud sería para pocos, no habría iglesias, ni tampoco bomberos o policías, y tampoco habría creatividad y ciencia. Esto nos habla de que existe otra forma de hacer política y de conjugar las voluntades en un propósito común.
En ese orden, es conveniente preguntarse de dónde devienen los derechos que el Movimiento Nacional y Popular pregona en la Argentina. Sin temor a equivocarnos devienen del concepto de solidaridad y de comunión que debe informar toda la vida social y económica de nuestro país, la comunidad organizada, es decir un estado de sociabilidad entre sus habitantes que garanticen formas de relación y de producción superadoras de la lógica del mercado y de la lógica del Estado, mas allá que ellas tiendan a un acuerdo para preservar el monopolio de sus respectivos ámbitos de influencia, a costa de los más débiles. En este sentido hay que aplaudir el intento de la Presidenta y de Alicia Kirchner de orientar la solidaridad estatal mas allá del mero asistencialismo y algunas otras medidas adoptadas en otras esferas del gobierno en tal sentido, que deben ser profundizadas y saneadas allí donde se hayan salido de madre o distorsionadas por falta de conciencia de los agentes responsables del cambio.
La nivelación cultural en orden a este propósito constituye la asignatura esencial en este proceso de cambio, con todo lo que ello implica, instrucción, educación, salud, vivienda, trabajo digno, fortalecimiento de la familia nuclear, como garantía de la seguridad de los individuos y generación de organizaciones económicas comunitarias, orientadas a la virtud de compartir los bienes dentro y fuera de las fronteras políticas, erradicar las guerras y la violencia interna dada su futilidad, la necesaria limitación de las fuerzas del mercado, la erradicación de toda forma de usura (ganancia de dinero por el solo hecho de poseer dinero), el combate frontal al consumo de estupefacientes, el límite a los horrores de la bio tecnología, la preservación del medio ambiente y el desarrollo de la ciencia. Que en nuestro caso (Argentina) pasa incluso por dominar lo ya inventado.
En otros términos, no sólo se trata de establecer un espacio de acuerdo entre la lógica del mercado y la lógica del Estado, para mantener el monopolio de sus respectivos ámbitos de influencia, sino para fortalecer las relaciones entre los ciudadanos, la participación y el sentido de pertenencia a la comunidad nacional y a la integración latinoamericana, mejor llamada la América Morena, que debe traducirse en el derecho que nos asiste a todos de usufructuar la riqueza de nuestro territorio y de nuestras creatividades, de manera solidaria, por el simple hecho de ser personas humanas revestidas de igual dignidad y pertenecientes a un mismo espacio común.
“Siempre habrá pobres entre nosotros”. Pobres por causas naturales o accidentales, que es necesario asistir, pero no pobres por causas de estructuras económicas, sociales o culturales, que es lo que debemos lograr superar. El mundo moderno nos presenta adelantos tecnológicos, cuyo usufructo no puede ser medido por el poder adquisitivo, sino que constituyen patrimonio de la humanidad en cuanto esto constituyen herramientas para una mejor calidad de vida. Y todo esto nos desafía a encontrar nuevas formas de sociabilidad que permitan satisfacer las nuevas necesidades al conjunto de la población a partir de la participación de todos en el proceso productivo y creativo conforme los requerimientos del país, para el consumo interno y para la exportación, evitando la concentración de la riqueza en pocas manos, actitud necesariamente corrupta, o exclusivamente en el Estado que nunca es representativo de toda la sociedad, sino de una minoría burocrática o partidocrática, que tiende a corromperse al tiempo de andar. Es decir, las nuevas formas no están dadas, debemos inventarlas y constituye el desafío a la creatividad y la negación a aquello de que “hemos alcanzado el fin de la historia”.
Perón representó la nivelación entre el Estado y los poderes económicos, representando el Estado a la mayoría de la sociedad y garantizando el derecho de los trabajadores. Evita, su gestión, representó la inclusión social, de los que estaban excluidos. Constituyó el principio de una nueva etapa del Movimiento Nacional que venía de antaño y del Movimiento Popular que nacía, en búsqueda de la igualdad social. Hoy vivimos un proceso donde se continúa aquel camino, luego de abruptas interrupciones y de cómplices gestiones, por senderos llenos de amenazas, con marchas y contramarchas. Pero el verdadero cambio reside en lograr la plena participación consciente de la sociedad en la meta que buscamos que es la igualdad social y cultural, el bienestar de los ciudadanos, sus familias, la preservación del planeta en el territorio de nuestra responsabilidad y la grandeza de la Patria común.
Aún hoy carecemos de espacios de participación política que garanticen el curso de honor de los que vocacionalmente se orientan a la función pública y la política parece ordenarse en función de los “patrones de estancia”, buenos o malos, poderosos o pequeños, o la búsqueda de personajes marketineros o de dinero generalmente mal habido y sin ninguna intención de compromiso social, salvo sus negocios o negociados. Es necesario superar esto por cuanto la idea del Movimiento, que pone en acción a lo mejor de la sociedad, luego no se traduce necesariamente en la herramienta política, donde resisten las oligarquías partidocráticas o corporativas, a toda idea de recambio (sean partidos grandes o chicos) y las vocaciones se frustran frente al altar del amiguismo (por dentro o por fuera de las estructuras partidarias) o la cooperación de los sectores de poder que se unen en frentes electorales sin propósitos comunes de servicio público, asentando su poder interno generalmente en grupos mercenarios o capataces del pueblerío, o bien en la anulación o manipulación de los procesos democráticos internos.
Es toda una lucha que debemos emprender, para que no se frustren las expectativas. En medio de la transición desde una realidad deplorable a una realidad esperanzadora, debemos esforzarnos para que se produzca la necesaria recreación de los dirigentes que participaron del poder y fracasaron, que no es una cuestión meramente generacional, sino que es una cuestión fundada en la ética y el testimonio.
Parece el camino más difícil, pero es el camino más sencillo. La organización política no se agota en un acto público, ni en un tiempo electoral, debe garantizar la selección adecuada de los hombres que promueve o propone al conjunto de la sociedad y eso nace del conocimiento profundo de las personas que militan en el seno de la sociedad, por parte de quienes participan activamente y tienen poder decisorio. La idea de que primero llego y después veo y la construcción a partir del amiguismo o de los círculos áulicos, es la causa principal de los malos gobiernos y que en el escenario puntual de la ciudad de Córdoba, donde la ciudadanía se encuentra por delante de los dirigentes aun cuando no tenga cauce, se manifestó en contra (70%) del Delasotismo (Unión por Córdoba) y de la UCR, los mayores conglomerados políticos, que desde 1983 gobiernan la Provincia en un fuerte proceso de alicaimiento. La experiencia fue frustrante, pues, quien captó la rebeldía no estaba a la altura de la circunstancia. Ese conglomerado humano, está allí al asecho del nacimiento de un nuevo liderazgo, pero es necesario dar una batalla testimonial coherente. En nuestro caso, que enarbolamos las banderas del peronismo, debemos estar claro que hoy por hoy el peronismo en Córdoba no es sinónimo de Partido Justicialista si la herramienta electoral no es recuperada y que para intentar una variante por fuera hay que instalarse como una verdadera alternativa sin recoger con la ambulancia a lo peor de los procesos anteriores o inventar candidaturas sin valores. Requiere una posición de ruptura con altura con el statu quo existente, con convicción, con planificación y con una cuidadosa selección de dirigentes con pensamiento propio, idoneidad y capacidad de consenso. Con una seria y profunda actitud de respeto por quienes participan.
Es verdad, que la corrupción en las costumbres políticas, que no pasa inadvertida a la sociedad aun cuando en muchos casos demande incluso la corrupción, requiere una nueva generación de dirigentes pertenecientes a una nueva generación que tenga la voluntad y la vocación de asumir la transformación con el valor de la generación de la guerra por la Independencia en íntima relación con aquellos que se jugaron por la causa nacional y popular sosteniendo los ideales y valores que motivaron su rebeldía en tiempos de su juventud y que muchos intentan mandarlos al archivo. A los primeros les corresponde hacerse cargo de la praxis y a los segundos hacer escuela.

Carlos Oliva.

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