ANADig: Pepe Eliaschev escucha nombrar a Perón y le dan ganas de vomitar, quisiera borrar a Perón de la historia

jueves, 10 de febrero de 2011

Pepe Eliaschev escucha nombrar a Perón y le dan ganas de vomitar, quisiera borrar a Perón de la historia


El periodista publicó en Perfil una columna de opinión cargada de odio y envidia. En sus párrafos se ocupa de filtrar su odio a Perón y entre líneas se entrevé una profunda envidia porque el sector al que representa no tiene una figura para admirar.



Pepe Eliaschev perdió la brújula. Está embarrado, se pelea con la historia y con los mitos populares; además, le molesta la relectura de la historia y asegura que la juventud está manipulada. Odio y desesperación, una mala combinación para escribir.

Dice Pepe: “Escenario aterrador, la Argentina está cruzada por una llameante retórica directamente anclada en preocupaciones, problemas y lenguajes de hace medio siglo. El mero hecho de remitirse, como guía y faro, a un hombre muerto en 1974 y que nació en el siglo XIX releva de mayores argumentos. Como una regurgitación demorada y especialmente acre, el país degusta los sabores de los tiempos idos”.

Le molesta, lo vuelve loco a Pepe que el campo popular y una parte de la clase media admiren a un expresidente ya fallecido. Será, quizás, porque el sector al que el representa, no tiene un “faro” al que recurrir como “guía”, como garantía de cohesión. Desesperación le provoca la dispersión de la oposición que deambula en busca de líderes actuales y pasados.

Sigue Eliaschev: ”¿Por qué las cosas se han dado así? Es como el producto de un reflujo esógafo-gástrico: recuerdos de ingestas muy antiguas se hacen presentes en el paladar cotidiano de la Argentina. Una cínica e inescrupulosa manipulación de los menores de 40 años es llevada adelante por una conducción abroquelada en la idealización del pasado. Empachados de relatos, pipones de epítetos ya opinables antes de que el Che Guevara muriera, reciamente vueltos al pasado, quienes conducen la Argentina hace casi ocho años perseveran en su incontenible apelación a mitos y leyendas de otras épocas”.

En la cúspide de su odio, Eliaschev tiene ganas de vomitar; los mismos que acusaban al gobierno de generar un ambiente crispado, comienzan a admitir, casi sin querer, que la violencia proviene de ellos, de su odio guardado a los sectores populares, sus mitos, sus creencias y hasta su propia cultura.

Por último y como confesión de odio final, Eliaschev redacta: “No se registran antecedentes similares, ni en la región ni el mundo conocido. ¿Quién hace política en Chile reivindicando a Salvador Allende? ¿A quién convoca en Uruguay la mención de Raúl Sendic o Líber Seregni? ¿Se moviliza al Brasil mentando a Getulio Vargas o a Joao Goulart? ¿Es que en Bolivia se arma el futuro desde la evocación de Víctor Paz Estenssoro o Juan José Torres? No es el caso argentino: aquí mandan los muertos, las heridas del pasado, las cuitas de otros siglos. Tiene prestigio despotricar contra Julio A. Roca, resignificar a Sarmiento, reconsiderar a Rosas, embobarse con el combate de Obligado”.

Eliaschev quisiera borrar a Perón de la historia y se escuda en el exterior, negando lo evidente. Alrededor del mundo, figuras políticas son reivindicadas por los sectores que los admiran. Pero Pepe se mira el ombligo, él no tiene una figura política que oficie de “guía”, de “faro” y proyecta su sentimiento al mundo entero; un mundo que admiró a sus líderes políticos y aún los admira, sean del color que sean. Pepe se siente huérfano y con ganas de vomitar, luego, escribe.

colaboración Adriana Arcas

1 comentario:

  1. Hay tantas personas que niegan la historia, lo lamentable es que haya gente que crea lo que dicen

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