ANADig: Entre la soja y la pobreza, drama de Brasil

lunes, 24 de enero de 2011

Entre la soja y la pobreza, drama de Brasil



Por: Carlos Duclos


En tanto transcurre el tiempo y aumentan las víctimas fatales como consecuencia de las avalanchas de lodo provocadas por el temporal que azotó a Río de Janeiro, crece también la sensación en el país vecino, y en buena parte del mundo, de que en realidad se está en presencia, más que de un desastre natural, de un crimen social.

Las más de 670 personas muertas, cifra que podría aumentar significativamente, habida cuenta de los desaparecidos, han movilizado a no pocos observadores a meditar sobre las causas de este drama. Por un lado, se enfatiza en el hecho de que la humanidad, en todas partes, está pagando las consecuencias de una violencia irresponsable cometida contra el ecosistema. Por caso, debe indicarse el cuestionable desmonte en buena parte del Amazonas, con el propósito de ganar terreno para cultivos, especialmente de soja. Sólo en un año, período 2004-2005, se desmontó en el Amazonas 1.200.000 hectáreas.

Para que se tenga una idea de lo que esta indiscriminada deforestación significa, es necesario reflexionar sobre las palabras del científico Timothy Killeen, quien expresó hace algún tiempo que «hoy en día la Amazonia es un sumidero neto de carbono y la cantidad que se capta es igual que el dióxido de carbono que se emite por la deforestación, lo que puede transformar la región de un sumidero a un emisor», expresó. Esto implica que el arrollador proceso de deforestación del Amazonas provocará el doble de emisión de dióxido de carbono. Se multiplicará el efecto invernadero con sus drásticas consecuencias.

Respecto de los ataques permanentes contra el medio ambiente impulsados por una razón económica, cabe mencionar que si bien se trata de un negocio rentable para una minoría, implica en el presente, y se redoblará en el futuro, una pésima jugada económica para la humanidad.

Pero el desastre en Brasil también parece tener otra causa: permitir la construcción de miles de viviendas en zonas riesgosas, caracterizadas por elevaciones, además de la tala de árboles de modo de ganar espacios, ha ablandado el suelo privado de raíces, lo que en ocasiones de gran cantidad de precipitaciones y terrenos en desnivel provoca aludes, avalanchas, riadas. Éstas han sido las causas, según expertos, del drama que enluta a la potencia sudamericana.

La cuestión, en este caso de Brasil, termina acicalando una teoría ya aceptada por la misma presidenta Dilma Rousseff: la crisis social. La sucesora de Lula ha sostenido, hace pocas horas, al recorrer la zona de desastre que «cualquiera que gane menos de tres salarios mínimos no cuenta con los recursos para comprar una casa en un lugar seguro».

Entre la soja y la pobreza se deslizó un verdadero alud que terminó con vidas y sueños en Brasil, pero los seres de otras partes del mundo también pagan, y seguirán pagando, por la ambición desmedida del hombre que golpea duramente a la naturaleza y por la injusticia a la hora del reparto en el escenario económico.

colaboración Cro. Daniel Pittavino


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