ANADig: POR LO QUE SE HIZO Y POR LO QUE FALTA, ahora vamos por el 60%

lunes, 22 de agosto de 2011

POR LO QUE SE HIZO Y POR LO QUE FALTA, ahora vamos por el 60%

Y sí, se pasó la barrera psicológica del 50%, un número superior a todas las otras elecciones donde se había presentado el kirchnerismo y la segunda desde el retorno democrático, apenas por debajo de lo que consiguió Raúl Alfonsín 1983. Si el impacto no es más fuerte es porque todavía falta revalidar estos votos octubre, cuando efectivamente se elijan a las autoridades para gobernar hasta el 2015. Skock de autoridad, que le dicen.
Dilucidar por qué tantos ciudadanos tan distintos votaron a una misma fórmula no es sencillo, pero es evidente que más allá o más acá de las adhesiones políticas, ideológicas y culturales existe un punto de unión: la aprobación a dos gestiones de gobierno que le cambiaron la cara a un país que venía de su peor crisis sistémica en doscientos años. Nada menos.
Las PASO funcionaron como un tamiz que descartó el sinnúmero de operaciones mediáticas, los microclimas variopintos y las extrapolaciones analíticas de los resultados locales: al cuarto oscuro entró un grueso cuerpo de políticas públicas concretas, de avances sociales insoslayables y el mayor crecimiento económico de la historia.
¿El kirchnerismo dejó de ser minoría intensa y pasó a ser una mayoría sólida? Sí y no. En términos electorales, los números hablan por sí solos. La inmensa mayoría de los ciudadanos hacen política sólo cuando votan y la mitad más uno votaron a Cristina-Boudou. Al mismo tiempo, el kirchnerismo continuará siendo un animal extraño en la política argentina. Un espacio cada vez más peronizado, pero al mismo tiempo, que interpela a sectores diversos, con una agenda amplia de derechos humanos, derechos para las minorías sexuales, con una épica de la militancia y la juventud y la autonomía del Estado frente a las corporaciones. Sería un error pensar que estos motores transformadores son ya parte del sentido común de la mayoría de los argentinos. Tanto como seguir creyendo que el conflicto está vetado socialmente, y que la política debe aceptar mansamente ser reducida a la puesta en escena de globos amarillos y llamados a la concordia. Además, el kisrchnerismo es un animal político extraño –esto ya se dijo en estas páginas- porque ha sabido construir un modelo cuya sustentabilidad política está en su capacidad de ser reformista, por eso arriesga tanto, por eso salió airoso de las peores, por eso constituye un ciclo político tan intenso, por eso atrae.
Por otra parte, los resultados desbaratan las tesis reduccionistas: el gobierno puede ganar en todos lados (salvo en el Estado Libre Asociado de San Luis…). Mantener los fortines peronistas del conurbano no está necesariamente reñido con hacer elecciones más que dignas (y en muchos casos ganar) en las grandes ciudades, siempre cuando se tenga un discurso y una gestión lo suficientemente amplia para llegar a ambos.
El default opositor puede ser el fin de todo un camino recorrido, desde la 125 y la Ley de Medios, hasta el domingo pasado. Desde el conflicto con los empresarios agrarios, los políticos opositores entregaron la conducción de su estrategia a los medios de comunicación. El problema es que los intereses de unos y otros no eran exactamente los mismos. Clarín, machucado y todo, continuará existiendo y marcando agenda (aunque no ya imponiéndola a piacere), más difícil es que Carrió pueda seguir siendo una voz representativa de algo. La oposición política se limitó a traducir en plataformas electorales los titulares de diario, fue “hablada” por los medios. Así, en vez de estructurar una propuesta de país, una visión global alternativa a la del gobierno, hicieron política con editoriales periodísticas que, en verdad, peleaban por no perder sus negocios privados. Por eso, es la oposición la que debería dar un salto en su “calidad institucional” y asumir la necesidad de volver a ser protagonista de su propio destino.
Para cerra, nunca es malo un buen consejo. Porque los triunfos (y cuando son amplios más) tienen el riesgo de la soberbia, o peor aún de cierto regodeo revanchista después de dos años y medio muy duros. Por eso, sería bueno resaltar lo que dijo Cristina la misma noche de las elecciones:
“Permítanme también agradecer a nuestros compañeros, a nuestras compañeras, de otras fuerzas y movimientos sociales que también nos acompañan y especialmente a los jóvenes, a esos cientos de miles de jóvenes que se han incorporaron con tanta fuerza y con tanta fe a la política. Quiero también convocarlos a redoblar el esfuerzo, con mucha humildad. Yo les pido como compañera de todos ustedes, como compañera de todas las luchas, más humildad que nunca. Más humildad que nunca. Más trabajo que nunca. Este acompañamiento de la sociedad es un reconocimiento al trabajo, al esfuerzo, a lo que hemos hecho en estos 8 años, pero por sobre todas las cosas, como dijo Amado el otro día en el Coliseo, también es por lo que viene, por lo que falta hacer, por todo lo que queda por hacer.”

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