ANADig: Si Luis Majul No Existiera, Habría Que Inventarlo.

lunes, 3 de mayo de 2010

Si Luis Majul No Existiera, Habría Que Inventarlo.

El Grupo Clarín y el Grupo Vila-Manzano, ante la ausencia de un sujeto social que movilice sus reclamos empresariales (devenidos, por el tamaño empresarial, en intereses políticos) y ante lo que considera como impotencia de la oposición política -básicamente porque Kirchner ningunea a las formaciones políticas que se degradan tomando como propia la agenda de las corporaciones, para directamente disputar contra las corporaciones- han decidido poner a sus estrellas mediáticas en el firmamento.

El núcleo conceptual para atacar la legitimidad democrática del gobierno es parecido a la disputa de éste contra las multinacionales cerealeras: la victimización y la leyenda, falsa, de una lucha entre David y Goliat.
El problema es que no son los pequeños y medianos periodistas los que se enfrentan al "poder" democrático, a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo y al sentido común. Por el contrario, locutores de radio perdidos en el interior de la pampa húmeda, que miraron con simpatía el ataque contrainstitucional de la Mesa de Enlace, en ésta se sienten ajenos y hasta usados.

Acá nadie es boludo.

Si una docena de pymes -parientes pobres de la AEA (Asociación Empresaria Argentina) - van a llorar a la iglesia, al congreso y a los canales de cable, nadie moverá un dedo para limpiarles sus lágrimas de cocodrilo.
La radicalización ya vergonzoza de la docena de pymes millonarias que andan llorando porque una paloma los cagó en el traje nuevo, es directamente proporcional a la desesperación ante la derrota que avecinan en torno a la Ley de Medios de la democracia. Hay una disputa de privilegios, y por primera vez, el arsenal de la derecha se muestra impotente, histérico, getón como un pibe maleducado.

Sin embargo, esta gran contribución a la democracia que realiza el gobierno al someter a la discusión pública los privilegios de los que gozan las corporaciones y sus embajadores televisivos, tiene la contundente contrindicación de que se ve herido en la consideración pública.
A la par que homogeiniza la base social propia, dado que esa base social ve con simpatía cualquier revulsión de las jerarquías sociales.

Pero, ojo, que el cuadro político siemrpe se mide en lejanía o cercanía del oficialismo de turno, pero también el resto de las formaciones políticas con serias posibilidades de acceder al control del estado, juegan un papel importante en la consideración electoral de la población. Dicho en criollo, Gerardo Morales y Elisa Carrió, Julio Cobos y Mauricio Macri, no son aún alternativas confiables para un trazo grueso de la sociedad.

El gobierno nacional pierde, pero no tanto como pierden Manzano, Vila, Clarín. El paso de presentador medio banana a dirigente político desesperado que hace Luis Majul no tiene que enloquecer a nadie. Si el adversario es Luis Majul, un gobierno que supo disputar con Bush el ALCA, con el FMI y los bonistas la deuda externa en cesación de pagos, con los yupies de las AFJP; con la iglesia de Roma, con las corproaciones mediáticas, con los represores impunes; convengamos, si el problema es el INDEC y las frustraciones actorales de Majul, la cosa muy mal no debe estar.

Obviamente, esperamos con cariño y admiración la creación del Partido del Calmante, la Reforma del INDEC y el Consejo de la Magistratura, partido político que tendrá amplias chances de ganar y gobernar con su bandera revolucionaria: la coparticipación del impuesto al cheque. Sí, en serio: mi abuela no puede dormir dada la incertidumbre en torno a la coparticipación del impuesto al cheque.

La leve pero esperanzadora recuperación de los índices de popularidad del gobierno nacional tentarían a los manuales a hacer la plancha. Pero eso significaría una ingenuidad: presuponer que la disputa no será más encarnizada contra las corporaciones que mucho tienen para perder en la sola continuidad de este escenario. Las fuerzas progresistas, nacionales y populares, tienen como muy pocas veces desde el retorno democrático, mucho por ganar ante el mantenimiento de la gobernabilidad. Y ésta se consigue, dada la lejanía del calendario electoral y su cruda incertidumbre, su mayor posibilidad en la actividad de una minoría intensa que se torne visible, a la par que -complejamente- amplia, lo más amplia posible.

El problema sigue siendo la inflación. Es ese el verdadero adversario.

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