ANADig: El orgullo de ser argentina.

martes, 25 de mayo de 2010

El orgullo de ser argentina.

Vemos y escuchamos a diario cantidades de detractores mediáticos que hubiesen preferido que el gran acto del bicentenario se realizara en la Rural; que la Presidenta vaya al Tedeum con Bergoglio (cómplice de asesinos) y no a la basílica de Luján donde está la virgen Patrona de Argentina; que se hiciese sólo un desfile militar y representaran bailes de damas y caballeros burgueses de época colonial.
Sabemos de muchos, mediáticos y no mediáticos, que se sintieron muy argentinos gritando “¡Viva la patria! ¡Que se vaya la yegua!” al mismo tiempo que De Ángelis y sus secuaces, pidiendo acrecentar sus ingresos, enfermos de avaricia, ignorando a los chacareros que dejaron sus productos tirados a orillas de las rutas.
“¿Quien va a relinchar ahora en la apertura del Colón si la Presi no va?” -dijo esta semana el "filósofo pro" Alejandro Rozitchner .
No olvidemos que allá por la década del 50, también a Eva le decían "yegua", escribían “¡Viva el cáncer!” y otras bajezas por el estilo.
Hoy se repite el mismo odio.
Quizá muchos/as famosos que reniegan de nuestro país “se sintieron argentinos” por sentarse junto a Macri en el Colón, son los que siempre admiran las “bondades” del primer mundo, denostando miserablemente el suelo natal.
No me sentí menos argentina al ver la patria desesperanzada posteriormente al último período de proceso, ni cuando estuvo arrodillada en los 90, ni al verla humillada hasta el 2.003. Cargada de angustias o agradecimiento no he dejado jamás de sentir orgullo por mi patria.
¡Cuán diferentes son los conceptos de argentinidad que tenemos!
Me sentí muy argentina cuando “la bipolar” hizo que recuperemos empresas y fábricas que habían sido cerradas o privatizadas.
Orgullosa también cuando gracias a “la tirana” se estatizaron las jubilaciones, impidiendo que el dinero de los aportantes se prestara al juego de la timba financiera, salvaguardando así los futuros ingresos de los jubilados.
Me sentí más argentina cuando descubrí la repercusión de la Asig. Universal en cada niño antes excluído, ése que hoy es llevado a vacunar y asiste a la escuela.
Lo sentí profundamente cuando “la soberbia” recibió a los pueblos originarios que marcharon hasta la capital, intencionalmente invisibilizados por la mayoría de los medios.
Me siento aún más argentina cada vez que Madres de Plaza de Mayo, Milagro Sala y otras agrupaciones inauguran fábricas, escuelas, centros deportivos y viviendas con ayuda de aportes nuestros a través de la Nación.
Reafirmo mi argentinidad cada vez que repaso las más de 20 hojas donde tengo anotadas las obras que se hicieron desde el 2.003 hasta hoy. Pero claro!... Para algunos son más importantes las formas, apariencias y frivolidades, en vez de querer enterarse de las obras agudizan la vista para ver qué carterita usa nuestra presidenta.
Modos y formalidad no hacen al ser.
Coincido en que todos los habitantes debemos estar unidos pero que sea por el bien común y no de unos pocos, no podemos estar junto a quiénes buscan deshacer, retrotraernos a épocas nefastas y han dejado sobradas muestras de cuáles son sus intereses, personales, nada más que personales.
Dejemos de ser hipócritas por lo menos en este bicentenario.
No se mide la argentinidad por el tamaño de la escarapela sino por el genuino sentimiento.

Gloria Liliana Badía. Sta. Rosa de Calamuchita. Cba.

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