ANADig: El Vaticano queda demasiado lejos de nuestras villas. (cuando la Iglesia peca de omisión)

jueves, 28 de junio de 2012

El Vaticano queda demasiado lejos de nuestras villas. (cuando la Iglesia peca de omisión)


Predicando con el ejemplo

Rafael Bielsa*
Durante la última celebración de Semana Santa, el cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, presidió la misa de la Cena del Señor en el Hogar de Cristo “Don Bosco” de la parroquia Santa María Madre del Pueblo ubicada en plena Villa 1-11-14.
En aquella ocasión, Bergoglio destacó que “la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), está trabajando mucho, en general se ven los esfuerzos del Estado para trabaja en este sentido”. Tres meses después, el 26 de junio, en el contexto del Día internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas, la Comisión de Drogadependencia de la Conferencia Episcopal lanzó un documento en el que se afirma que el Estado está ausente frente a la necesidad de los adictos.
Para entender este giro de 180° debemos tomar en cuenta, al margen de la distracción voluntaria, la evidente disparidad de criterios en el seno de la misma Iglesia. Quienes se ubican desde las cómodas poltronas en las oficinas de los obispados, o desde el amparo de una burocracia de tapiz, sólo pueden teorizar y prejuzgar lo que ocurre en el día a día de la gente.    
No se trata de tapar el sol con las manos. Como funcionarios, reconocemos una profunda deuda con aquéllos más vulnerables de nuestra sociedad. Es por eso que el Estado puso en marcha el "Plan de Abordaje Integral Territorial de Buenos Aires". Ocho ministerios nacionales trabajan coordinadamente para dar asistencia a las comunidades con más urgencias en villas y barrios carenciados de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, fortaleciendo la presencia estatal para brindar soluciones inmediatas. Frente a esto, resulta un acto de ligereza desconocer el compromiso del Estado con los más necesitados.
La experiencia nos indica que las políticas públicas, especialmente aquéllas en materia de drogas, no pueden agotarse en acciones administrativas impartidas desde atrás de un escritorio. Se trata de una tarea de profunda militancia, similar a la misión pastoral a la que hace referencia la Iglesia en sus documentos. Nosotros también estamos a favor del consumidor problemático y de su núcleo familiar. Nosotros, como Estado, también los cobijamos y los contenemos. Somos nosotros los que también entendemos el sufrimiento y el vacío de las madres, porque también estamos allí, con ellas.
Dos veces por semana visitamos personalmente los mismos barrios, asentamientos y villas donde la Comisión de Drogadependencia asegura que no existe presencia alguna de los organismos del Estado. En esos mismos lugares, donde jamás nos cruzamos con un obispo, sí encontramos a los curas que trabajan en territorio junto a los pobres y necesitados, con quienes interactuamos permanentemente.
Sabemos que el abordaje de las adicciones está en el territorio y nunca entre las cuatro paredes de una oficina, detrás de una computadora. Esas respuestas tampoco pueden hallarse lanzando homilías que alimentan los espíritus pero no los estómagos, ni emitiendo documentos que sólo nutren los titulares de los medios masivos de comunicación.
Nuestros equipos articulan acciones con las redes sociales de los lugares más carenciados del país. A partir del diálogo permanente fruto del trabajo en las villas, hace dos meses modificamos nuestros protocolos de atención y derivación en función de dar respuesta a la demanda. Nuestro Centro de Consultas y Orientación (CEDECOR), que brinda respuesta a todas las personas que padecen de consumo problemático de alguna droga y que carecen de recursos económicos para realizar un tratamiento, amplió el horario de atención incluyendo los fines de semana. Además, se establecieron reformas en lo relacionado a las instancias de consulta, logrando una derivación más rápida y eficiente. Como resultado de esta serie de modificaciones progresivas, la cantidad de intervenciones profesionales se han incrementado en más del 50%, y más del 300% en lo que refiere a pacientes derivados.
La práctica evangélica debería preceder a la crítica infundada sobre el rol del Estado, especialmente en un tema tan caro para nuestra sociedad como lo son las adicciones. No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados… También la Iglesia argentina en su conjunto puede sufrir, de tanto en tanto, del síndrome de distracción voluntaria, de olvidos intencionales, de omisiones adrede. Y lamentablemente, el Vaticano queda demasiado lejos de nuestras villas.
*Secretario de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico

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