ANADig: ¿Es posible tomarse vacaciones de “lo político”?

domingo, 23 de diciembre de 2012

¿Es posible tomarse vacaciones de “lo político”?


“¡Dejate de joder! ¡Son tus vacaciones! ¿Cómo que te vas a llevar la netbook? ¡Desconectate nena! ¡Hay otras cosas en la vida! ¡Ya te vas a dar cuenta de que a la gente no le interesa la política!” Éstas y algunas otras exclamaciones me acorralaron en un desafío que acepté.
Preparé la valija y fui a la terminal de Liniers. Entre el mar de gente, fumé los últimos puchos antes de la abstinencia. Por fin subí al micro. Traté de acomodarme dando chiquicientas vueltas. 



Dormité semi acalambrada en el semi cama hasta sentirme en una cámara frigorífica (¿por qué siempre ponen el aire acondicionado al tope, eh?). En eso, a lo lejos, escuché a Néstor diciendo “¿qué te pasha Clarín, estás nerviosho?” El asombro me abrió los ojos pero el movimiento del micro seguía existiendo. Seguro fue el ringtone de algún fulano. Volví a contracturarme en el asiento y el engranaje de ideas somnolientas se echó a andar hasta el absurdo aterrizando en la foto de Carrió en la pileta con los patitos en fila. Creo que ahí fue cuando me dormí. Menos mal.

Por fin llegamos al hotel. El tipo que nos recibió desplegó una serie de indicaciones propias de la situación y en un momento se detuvo para, con pupilas de águila, hacer un paneo veloz del grupo. Infló el pecho y, después de unos instantes inentendibles, por fin se decidió a hablar: “por decisión de los dueños de la posada están bloqueados los canales asmáticos en el servicio de TV”. La referencia -muy elocuente, por cierto- era hacia TN y canal 13 por lo que permanecí largo rato con un gesto de “mirá vos, eh” y pensé en la cantidad de bares, restaurantes, salas de espera y decenas de cientos de etcéteras en los cuales podrían hacer esto sin necesidad de aclarar “ni mú”. En fin. Fui a mi habitación y me tiré en la cama, boca arriba, con las manos en la nuca. Una mosca me buscó la mirada justo cuando pensaba que, a menos de un día de estadía, ya sumaba dos situaciones políticas, el ringtone y la cuestión de la TV, pese a estar “desconectada”. Me levanté, me duché y me cambié. Salí a caminar hasta la hora de la cena. Allí, un cantor de la zona nos agasajó con un show de bienvenida. Antes del último tema, el tipo mandó a pasar la gorra diciendo: “espero que sean generosos ahora que la Cris nos sacó los subsidios”. “¡Uhhh! ¡Qué mal te veo en la recaudación, flaco!”, pensé. Y acerté. El tipo terminó la actuación despachándose un discurso inquisidor contra los no aportantes a su campaña, quienes lo miraron con cara de “jodete por pelotudo”, especialmente el tipo del ringtone.

Quizá una de las cosas más interesantes de viajar con un grupo de desconocidos es que, de tanto tropezarse las miradas, en algún momento el gesto se convierte en charla y la charla en mates. Una tarde, mientras inocentemente le creí al sol que media hora más de rayos ultravioletas me devolverían a casa “bronceada sí o sí” pero sin ningún tipo de daño colateral, escucho a uno que dice “y encima ahora a estos les pagan hasta para tener hijos y a nosotros no nos dan nada”. El interlocutor -que no era ni el del ringtone ni el que nos recibió en el hotel- lo refutó diciendo que “esa plata no la hacen un rollito y se la meten en el traste sino que la usan para comprar las cosas que vos vendés en tu negocio”. Respuesta jauretcheana si las hay, ¿no? Ni hizo falta teorizar sobre el mercado interno, la demanda agregada o la mar en coche. Otra tarde, mientras mateaba bajo un frondoso árbol en la base del Uritorco, se deslizó -como quien no quiere la cosa- una escena entre dos señoras, ocasionales compañeras de asiento de roca en medio del arroyo. Una, mientras hacía de su mano una vasija recolectora de agüita para refrescar la espalda, dijo: “hay que estar informado, siempre. Por eso yo en casa tengo el noticiero todo el día encendido mientras hago las cosas”. La otra -que les juro no era panelista de 678- le contestó: “¡pero si mirás todo el día el mismo canal te vas a informar siempre de lo mismo! ¡Tenés que mirar también otros canales que digan otra cosa para poder hacer tu propio pensamiento crítico!”. Y le empezó a contar que antes también se informaba mirando TN pero que con “lo del campo” ya se hacía mala sangre y entonces empezó a cambiar de canal y que después apareció 678 y la historia que más o menos ya conocemos.

Podría enumerar más anécdotas de este estilo, pero la pregunta acá ya se hace urgente y viene bien para cerrar (¿o abrir?): ¿“a la gente no le interesa la política” o el nivel de repetición de esa sentencia, maquillada de sentido común, es directamente proporcional al nivel de apropiación de “lo político” como patrimonio de los ciudadanos al punto de estar presente hasta en las vacaciones?

fuente El Blog de la Pipi

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